La improvisación con la guitarra es una habilidad muy llamativa, a la vez que creativa. Los no iniciados en ella tienden a pensar que se necesita poseer de un cierto 'don'. Sin embargo, como cualquier otra práctica musical, parte de unas pautas concretas.
Todos los músicos a la hora de improvisar se rigen por una serie de 'normas' que delimitan en gran medida los elementos que debemos utilizar. En este artículo te mostraremos cuáles son los conceptos básicos de la improvisación con la guitarra para que puedas iniciarte este mundo.
Lo más básico de la improvisación con la guitarra: una tonalidad-una escala
Pongámonos en el caso de que queremos hacer una improvisación sobre una estructura armónica en la que todos los acordes pertenecen a la misma tonalidad. Este es el supuestomás básico, por lo tanto, es perfecto para iniciarse en la improvisación.En este caso, realizaríamos la improvisación utilizando la escala de la tonalidad. Veámoslo con un caso práctico: sucesión |Gmaj7|E m7|Am7|D7| (I, VI, II, V). Para esta progresión utilizaremos la escala de Sol mayor, también llamada Sol jónico (G, A, B, C, D, E, F#).
Una variante aún más simplificada de este ejercicio sería hacerlo con una progresión de powerchords (conocidos habitualmente como 'quintas') y utilizar sobre ella una escala pentatónica. Por ejemplo: |C5|F5|G5F5|C5|. Para esta progresión utilizaríamos la escala de Do pentatónico mayor (C, D, E, G, A)
Sin embargo, esta forma sencilla de improvisar se volverá monótona debido a que solo utilizaremos una escala para todos los acordes. Llegados a este punto tendremos que dar el siguiente paso.
Siguiente nivel: varias escalas para una progresión de acordes
Este es un caso en el que nos podemos ver inmersos con frecuencia. Imaginemos el siguiente supuesto: queremos improvisar sobre un tema o una progresión de acordes que están en una tonalidad menor.En principio, nos debería valer el supuesto anterior, pero se da la circunstancia de que en las tonalidades menores, el acorde que utilizamos sobre el quinto grado es un acorde de dominante (acorde de séptima), en lugar de un acorde menor, que es el que le correspondería. Dicho acorde lleva la tercera alterada ascendentemente para que sea mayor y, por ello, es un acorde que no pertenece a la tonalidad.
Veámoslo de nuevo con un ejemplo, supongamos la misma progresión del apartado anterior pero en tonalidad menor: |Am|F |Bdim|E7| (I, VI, II, V*). Para los tres primeros acordes utilizaremos la escala de la tonalidad, en este caso La menor, pero para el cuarto tendremos que usar la escala de La armónico que contiene el Sol #.En el momento en que en la progresión armónica aparece un acorde que no pertenece a la tonalidad ya no podremos utilizar sobre él la escala propia de la tonalidad.
Como regla general, diremos que en cualquier progresión armónica en la que aparezcan acordes que no pertenecen a la tonalidad tendremos que averiguar qué escala o escalas podemos aplicar sobre dicho acorde. Las escalas pentatónicas resultan muy prácticas para estos casos por su gran versatilidad.
Para utilizarlas sobre cualquier acordes solo necesitaremos saber si el acorde en cuestión es mayor o menor para elegir la escala correspondiente, a saber, pentatónica mayor o pentatónica menor, respectivamente.
Un caso particular: el blues
Toda regla tiene su excepción y esta no iba a ser menos. No todas las músicas se ajustan a estos preceptos. Existen algunos estilos, generalmente estilos populares como el blues o el flamenco, que tienen sus propias reglas.
El caso del blues es uno de los más conocidos. La estructura básica del blues son 12 compases que utilizan los grados I, IV y V, pero sobre cada uno de ellos se construye un acorde dominante (3ª mayor, 5ª justa y 7ª menor), en lugar del acorde que le correspondería por la tonalidad.
Aunque todos los acordes de la progresión son mayores y, de hecho la tonalidad se considera mayor, tradicionalmente se suele utilizar la escala de blues menor. En realidad, es una escala pentatónica a la que se le añade una nota de paso, la llamada blue note (nota triste). Esta divergencia en la regla está históricamente aceptada y nos es tan familiar que a nadie se le ocurre ponerla en duda.