Actualmente, una gran parte de la población es consciente de que la práctica musical es beneficiosa para el desarrollo neurológico de los niños. Y una de las opciones más populares es la de aprender a tocar la guitarra.
Desde hace décadas, los neurólogos estudian las huellas que la práctica musical deja en el cerebro. De hecho, varios estudios han tratado de cuantificar el alcance de esas 'huellas'. Sin embargo, aunque los niños tienen mayor facilidad para la práctica musical, esto no quiere decir que adolescentes o adultos no puedan iniciarse en un instrumento. ¿Cuál es la mejor edad para aprender a tocar la guitarra?
El músico ¿nace, o se hace?
Una creencia muy extendida es que para desarrollar ciertas habilidades musicales hay que poseer un don innato. Sin embargo, cada vez son más los estudios que concluyen que, a la hora de desarrollar esas habilidades, son más importantes el entorno y la práctica continuada que la posible predisposición natural.
En un estudio realizado por Schlaug et al. (2005) en Boston (Massachusetts) se compararon las transformaciones que se produjeron en el cerebro de un grupo de niños de entre cinco y siete años que recibieron clases de instrumento frente a otro grupo que no.
Antes del estudio se les realizó un escáner y se comprobó que no había diferencias significativas entre unos niños y otros, o sea, que todos tenían una predisposición similar. Después de un año, los niños que habían recibido clase de instrumento mostraron cierto desarrollo, sobre todo en las zonas relacionadas con la motricidad fina y de la percepción musical.
El estudio también demostró, como una consecuencia indirecta del aprendizaje musical, que los niños que recibieron clases de instrumento desarrollaron mayores habilidades matemáticas y lingüísticas.
Otros estudios, como Los efectos de la práctica musical en el desarrollo estructural del cerebro (Hyde, 2009), remarcan que las transformaciones que sufre el cerebro de un intérprete se deben a la práctica intensiva durante años con el instrumento.
En este estudio se hace referencia a la plasticidad del cerebro. Los neurólogos utilizan este término para establecer un símil entre el cerebro y cualquier material que pueda ser moldeado, como la arcilla. Según el estudio, es la práctica continuada la que va 'moldeando' nuestro cerebro. Pero, a medida que crecemos, la arcilla se va volviendo cada vez más dura y es más difícil de moldear.
La plasticidad del cerebro en los niños
Podemos decir entonces que el cerebro de los niños es mucho más permeable a las enseñanzas musicales. Ahora bien, hay que hacer una distinción entre las capacidades puramente intelectuales y las capacidades prácticas.
La mayoría de los estudios sitúan entre los tres y los cinco años la edad en la que un niño ya es capaz de reaccionar e interactuar con estímulos musicales. Hablamos de cantar melodías sencillas, reproducir ritmos e incluso hacer pequeñas incursiones instrumentales con xilófonos u otros instrumentos de percusión.
Pero, a la hora de tocar un instrumento como la guitarra, los expertos señalan que el período óptimo estaría situado entre los seis y los diez años. Tenemos que tener en cuenta que tocar un instrumento comporta ciertos aspectos que para un niño de tres o cuatro años pueden ser muy complicados.
La motricidad fina y otras habilidades
Muchos niños demuestran cierto interés por la música a edades muy tempranas. Pero, como decíamos, una cosa es interactuar de forma sencilla con la música por medio de juegos y otra muy distinta es tocar un instrumento de forma más o menos sistemática.Llamamos motricidad fina a la habilidad de trabajar con los dedos. Entre los tres y cuatro años los niños aprenden a atar cordones, abrochar botones grandes, escribir su nombre en mayúsculas, etc. La práctica musical exige movimientos mucho más precisos y técnicos que estos, por lo que a tan corta edad es complicado para un niño tocar un instrumento.
Además, la paciencia en estas edades es muy limitada. Por ello, si el niño no consigue realizar estos movimientos, lo más probable es que se sienta frustrado y abandone el instrumento.
Si a esto añadimos que, para que al niño le motive tocar debe avanzar, en el momento en que se 'estanque', su interés por el instrumento decaerá. Sin embargo, para avanzar es necesaria cierta continuidad y la perseverancia tampoco suele ser un rasgo distintivo de estas edades.
Entonces, ¿cuál es la mejor edad para aprender a tocar la guitarra?
Dentro de los instrumentos musicales, la guitarra tiene la dificultad añadida de que exige una coordinación muy alta entre ambas manos. Si añadimos esto a todo lo anterior, podríamos decir que la edad ideal para comenzar a tocar la guitarra se sitúa a partir de los seis o siete años.
Evidentemente, hablamos de una norma general. Esto no quiere decir que haya niños perfectamente capaces de aprender a tocar la guitarra con tres años, pero no es lo normal.
Por otra parte hay que ser consciente de que no hay que forzar al niño a que empiece, debe salir de él. En todo caso, podemos empujarle un poquito, pero nunca obligarle. Forzarle a que empiece antes de que esté preparado física y/o mentalmente suele provocar el efecto contrario, el niño aborrecerá el instrumento y no querrá volver a saber nada de él.